fantom!

Tuesday, October 10, 2006

Tanto odio digo yo

Releyendo esta cosa, me di cuenta de que hablo caleta de las cosas que me molestan en este blog. Gotas de lluvia que se meten en los ojos, a los que no comen, a los que hablan tonteras. También he hablando de cosas buenas, es cierto, pero muy poco en comparación con lo malo y feo que reina en el mundo, o mi mundo, mejor dicho. No sé si me estoy convirtiendo en adulta amargada a mis tiernos 23 años y sólo veo lo malo que me rodea. Me carga verme enojada y gritoneando. Algunos compañeros me temen, porque conocen al mounstro que sale de mí cuando me enojo. Cuando eso pasa, sería bueno que me sacaran una foto. Así, al ver mi pelo parado y mis ojos desorbitados, creo que me enojaría menos.

En fin, basta de actitudes negativas. Hoy es un bello día, y voy a escribir sobre cosas lindas. Hay tantas cosas por las cuales uno puede sentirse feliz. Pero cuando uno se va haciendo grande, todos esos detallitos se olvidan, y empiezas a arrugarte y ponerte odioso. Acá va un listado de cosas estúpidas que me hacen inmensamente feliz:

- Un maullido de mi gato cuando me mira a los ojos. Mucha gente cree que estoy loca, pero cada día encuentro más expresión humana en mi gato. Lo amo. Cuando lo veo durmiendo... podría mirarlo por horas. Llena de pelo mi ropa, tiene los sillones convertidos en huiras y cambiarle la arena a su caja es asqueroso, pero lo amo. Y sus maullidos son lo mejor. Tienen distintos tonos, y cuando le preguntas algo, te responde. Existen los maullidos interrogativos, los de emoción, los de miedo, los de hambre, los de "quiero ir al baño". Ya sé interpretarlos todos. Me siento como una verdadera madre.

- El momento después de entregar una prueba. Quizás me fue mal, quizás bien, pero por lo menos se acabó. Se sufre antes y durante, pero después... yeah! Una prueba menos que dar en la vida.

- Ir en el metro escuchando una canción que alegre el espíritu. Me pasa mucho con Smashing Pumpkins. Todos van mirando el suelo, o mirándose en los vidrios, o leyendo el Publimetro, y una ahí está con la sonrisa de oreja a oreja.

- Salir a caminar por calles lindas. Desde que era chica que tengo una fijación con eso. Pero no me gusta solamente ver las casas, lo mejor es ver lo que hace la gente que vive ahí. Eso si, tiene que ser un domingo en la tarde, como a las 5. Hace años que no lo hago, pero antes siempre iba los domingos a la calle Keller, donde hay casas muy raras, con gárgolas y duendes tallados en las paredes. Se respira un aire distinto en esos paseos. Ves a los niños jugando pichangas en la calle, se escuchan las risas de la gente que está disfrutando del asado familiar en el patio, viejas paseando perros y regando el pasto. Me da una sensación de nostalgia feliz que nunca he sabido explicar.

- Jugar bachillerato con categorías extrañas, como "marcas de cigarros", "nombres de bares" o "bandas chilenas".

- Volver de un carrete cuando ya amaneció, y ver la ciudad vacía con la luz de la mañana.

- Acostarse al lado del hombre amado, abrazarlo y olerle el cuello antes de dormir.

- Fabricarle un regalo a alguien que uno quiere mucho, y después ver la cara de alegría del que lo recibe.

- Mirar la lluvia desde la ventana con una taza de té humeante en la mano. Y si la lluvia es con rayos y centellas, no es necesario el té. Sólo sentarse en la ventana a mirar ya es suficientemente hermoso.

- Comerse un plato gigante de bistec a lo pobre cuando una está cagada de hambre, preparado con todo el amor del mundo por mi mamá.



Uf! Esas, y miles de cosas más, hacen que el mundo sea un lugar lindo para vivir. Es cosa de sacarse la venda de adulto de los ojitos y empezar a mirar las pequeñeces, miren que una vez que se entró en el sistema, es difícil salirse. No quiero ser de esas viejas chuñuscas que se lamentan de que toda su vida se convirtió en pagar cuentas. Quiero ser como mi abuela, que se juntaba una vez a la semana con sus amigas viejas, y chupaban y jugaban bridge hasta que amanecía. Tuvo una vida re complicada, poca plata, y nunca dejó de juntarse una vez a la semana con sus amigas a jugar a las cartas y a chupar, feliz de la vida. Cuando alguno de sus amigos se moría, cosa que no era rara, andaba triste, pero decía "por lo menos no soy yo la muerta". Era bacan mi abuela. Espero ser así cuando vieja, pero no sé jugar bridge. Filo, jugaré bachillerato.