fantom!

Sunday, April 16, 2006

El trabajo enaltece y dignifica

Leyendo el blog de mi amiga Ana, me di cuenta de que ya estamos bien viejitas. O sea, no viejas para usar bastones o quebrarnos la cadera por la osteoporosis, pero sí que ya no nos falta nada para egresar. A casi todas mis amigas les queda un año (este). A mi me quedan dos, lo que no deja de preocuparme. A diferencia de ella, yo sí siento que he aprendido en estos cuatro años que llevo de levantarme con los pollos para acudir a mi Alma Mater. Debe ser porque son carreras absolutamente distintas (veterinaria v/s periodismo), pero aún así siento que me queda mucho por aprender, comparado con el poco tiempo que me queda. Es cierto, todo se aprende en la práctica, me lo han dicho todos los profesores y ex alumnos, y yo misma lo pude comprobar en sólo una semana de trabajo no remunerado en Clínica Tobalaba For Animals Only.
Hoy mi mamá en el almuerzo me hizo la pregunta del millón. ¿Qué es la gripe aviar? y yo como libro le recité todo lo que sé. En teoría me lo sé todo, pero estoy segura que el día que me llegue un pollo (no un humano, ese no es mi campo) muriéndose de influenza, voy a quedar paralizada y voy a salir corriendo por la puerta de la clínica a la velocidad de la luz. No es que no confíe en mis conocimientos, pero a veces siento que me falta el chispazo necesario como para ejercer. Conociéndome, y sabiendo que cuando tengo que hacer algo a presión muero de stress, no sé que voy a hacer cuando llegue un pendejín con su perro atropellado, llorando y pidiendome que lo salve. Ahí nomás voy a quedar. Para esta carrera se necesita pensar rápido y actúar. No pensar tanto, porque mientras te quedas rascándote la cabeza el perrito ya se murió.
Además del riesgo de que se te mueran todos los pacientes, está el otro tema, y más importante que el anterior. NO HAY PEGA. Si no se tiene pega, no tienes el riesgo de matar a nadie, eso está más que claro.
Me da miedo ejercer, y me da miedo no ejercer nunca. O más bien dicho, me da miedo no tener la oportunidad de ejercer. Es cierto, cada vez las personas se preocupan más de sus animalitos, pero también es verdad que cada vez que respiro egresa un veterinario más. Y lamentablemente, no se muere ninguno. No es que le esté deseando la muerte a mis futuros colegas, por supuesto que no, pero si el flujo de entrada y salida fuera un poco más proporcional, me convendría bastante. Igual el tema no va en que salgan veterinarios y se mueran veterinarios, sinó que consiste en que Chile está saturado de todo tipo de profesionales y de técnicos y de todo. Hasta para ser barrendero tienes que dejar curriculum, y te dicen "te estamos llamando". Weon, y el pobre aspirante a barrendero se va a su casa a sentarse al lado del teléfono, y a rogar para que lo contraten por diez pesos la hora. Yo creo que si hubiera estudiado cosmetología tendría más esperanzas de encontrar pega de las que tengo ahora. Y por último, nadie se me puede morir en la silla de maquillaje. A lo más una novia furiosa me atacaría con su ramito de flores, el mismo por el que las minas en los matrimonios se agarran del moño. Como si esa tradición fuera real. Deberían hacer un estudio sobre cuantas mujeres que agarran el ramo se casan primero que las que no lo agarraron. Personalmente, yo opino que esas minas son las que nunca se casan. A qué hombre le gustaría tener de polola a una de esas patéticas que son capaces de morder a otra con tal de tener la mínima esperanza de casarse? Conociendo bastante al género masculino, podría afirmar que los hombres huyen de esas desesperadas. Así que ya lo saben chiquillas, no luchen por el ramo. Al menos no delante del hombre que se quieren engrupir.

Siempre pierdo el hilo cuando empiezo a escribir en estas cosas internetísticas. Soy la peor narradora que hay. Shame on me. Menos mal que no estudio periodismo. Y que nadie lee esta tonterita.

Friday, April 14, 2006

Viernes Santo

Días como estos me ponen media melancólica. Los viernes santos siempre han tenido ese efecto en mí. No sé si es porque todos salen de Santiago y la ciudad queda desierta, o por el ambiente semiespiritual que se respira, o porque todas las radios se confabulan en poner música "reflexiva". Por lo de las radios no me quejo, durante todo el año espero este día para escuchar las baladas ochenteras que me gustan. Lo que no entiendo es por qué una de las canciones que más ponen en las radios este día es "The Unforgiven" de Metallica. Metallica es uno de los grupos más paganos que ha existido. Bueno, eso era antes. Ahora son unos viejitos mamones que todavía se esfuerzan en ser metaleros. Pero no sé como no entienden que no se puede ser metalero después de los 45 años. Cabecean un poco y les da el lumbago, y antes de que se puedan dar cuenta ya lo tienen todo tomado.
Como iba diciendo, este día me complica y me trae sentimientos encontrados. Por un lado me gusta el silencio de la ciudad y me gusta el ambiente de domingo que se forma en estos días. Mirar por la ventana y encontrar ese sol que no calienta nada típico de los otoños cuando están empezando. Me dan ganas de agarrar una bicicleta y andar por hojas secas escuchando musiquita, y pasear. Pasear como lo hacía antes, hace un par de años. Era panorama agarrar el discman y caminar hasta Irarrazabal por José Miguel Infante, y devolverme por Salvador, y ver puras viejas paseando sus perros, y viejitos en pantuflas regando el patio de adelante, y ver las panaderías con personas comprando la marraqueta para la once. De más está decir que después se van a sus casas a ver sábado gigante, y se comen la marraqueta con un té supremo bien cargado, y todo eso mezclado con el olor a parafina y a la naranja que se quema arriba de la estufa. Así me imaginaba a mi misma cuando era chica. En una casa vieja con cortinas de gasa, en esas calles donde sólo se ven puertas, y todas las casas están pegadas entre sí. Viendo un programa de la tarde de sábado o de domingo, comiendo pancito crujiente, iluminada solamente por la luz amarilla de una ampolleta. Todavía quiero eso. Y lo quiero luego.
Estos días tienen el poder de ponerme triste, aunque técnicamente no tengo ninguna razón para estarlo. Me imagino si lo tuviera... Ahora, sin darme cuenta miro hacia afuera, y me pongo media tristona. Pero después me doy cuenta de que estoy sonriendo. Por que tengo con quien pasar este día, y si quisiera, podría levantar el teléfono, y mi hombre vendría a rescatarme. Espero. Por lo menos me gusta creerlo así. Pero no. Yo sé que vendría. Por que me quiere, y porque es el único con quien me gustaría estar en mi casita con cortinas de gasa comiendo pan, viendo la lluvia afuera y viendo programas de concursos.