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Wá. Ayer tuve que volver al mundo real. Levantarse tempranito, armar el almuerzo en un tupperware (con la estricta advertencia de mi mamá de que si lo perdía de nuevo, no me iba a comprar otro, porque siempre se me pierden y los tengo repartidos por todas partes), y salir en metro a Escuela Militar. Que feo. Odio ese metro. Odio el metro entero. Nadie mira a nadie y todos me empujan. No sé si es porque soy tan chica que nadie me ve.
Después hay que tomar ese bus asquerosamente lleno, en que me apretujan para subirse como si irse parado fuera la muerte. Después llegar a la universidad culiá, a un ramo culiao de bacterias que no me importan, después tuve que disertar sobre una enfermedad fea que nunca me va a dar a mi. Después tener otro ramo, de caballos culiaos que tampoco me importan. A las 5:30 por lo menos se terminó todo y me pude ir de ahí.
Después de clases partí a las altas cumbres de Peñalolén a ver a mi Camila. Me tenía una comida especial, que linda. Conversamos, le lloré, nos reimos, vimos "Quien merece ser millonario" para adivinar las respuestas, pero la Camila hacía trampa y buscaba las cosas en Google. Me mostró unos comics ecuatorianos incoherentes de Popeye, vimos videos ochenteros de Wham! y Bangles para reirnos de los peinados de la época, y también vimos videos en YouTube, donde sale un niño mexicano gordo llamado Edgar que se cae de unos troncos y ahora odia a su primo porque fue su culpa que se cayera. Es más tierna la Camila. Me prestó su chaqueta de cura, para que no me sintiera tan mal porque me robaron la mía. Claro que nunca va a ser lo mismo. Nada lo va a ser.
En una hora más tengo que ir a la casa de la Paula, por que me invitó a hacerme una limpieza facial a su casa, con una señora que nos va a dejar la carita de porcelana. Nada mejor que un tratamiento de belleza para alegrarse, digo yo. Quiero estar linda de nuevo, con una sonrisa en la cara otra vez. Solamente me falta saber qué hacer para lograrlo.
Anoche cuando la Camila dormía al lado mío se me ocurrió una canción. La toqué en mi cabeza, con letra, y con las notas que correspondían. Quiero grabarla y escucharla mil veces hasta que se me salga toda esta mierda que tengo adentro y así seguir con mi vida. Por que el mundo sigue girando y no me puedo quedar parada al medio.
Ah! y una última cosa. Pido perdón a todos los que se frickearon con el sueño que tuve de mi gato. Nunca más verán un comentario tan apocalíptico aquí de nuevo.